viernes, 23 de agosto de 2013

Beatrix Potter



Empiezo esta primera entrada del blog hablando del trabajo una de las ilustradoras y autoras de cuentos infantiles más reconocidas y también de las primeras pioneras en ilustración infantil para niños. El ratoncito que aparece en la portada es obra suya.

Se trata de Beatrix Potter, una mujer que nació en Inglaterra, en el siglo XIX, época que -ya bien sabido es por todos- no resultaba ser nada fácil para las mujeres independientes.

Beatrix en su adolescencia sosteniendo una de sus ratitas
Nacida en el seno de una familia de clase media alta -o nuevos ricos, como solían llamar en aquella época a quienes poseían una fortuna acomodada pero sin pertenecer a la aristocracia-, Beatrix tuvo una infancia solitaria, siempre al cuidado de niñeras y bajo la estricta educación de su madre, quien nunca vio con buenos ojos que su hija tuviera una tendencia a soñar despierta e imaginar historias.

Desde temprano, Beatrix desarrolló un talento para pintar y crear hermosas ilustraciones que retrataban, principalmente, a animales vestidos que vivían curiosas aventuras. Como nunca fue al colegio ni tuvo mucho contacto con gente de su edad, Beatrix convirtió a sus animales ilustrados en sus amigos y se encerró en su propio mundo personal, en el que desarrolló una mirada sensible del mundo que le rodeaba.

Sus ilustraciones tienen una estrecha inspiración en la naturaleza y los campos verdes llenos de flores, árboles y animales que frecuentaba con su familia desde niña, en donde pasaba largas temporadas. Allí, ella aprendió no solo a pulir su vena artística, sino también a estudiar las plantas y hongos que crecían, convirtiéndose más tarde en una naturalista de tomo y lomo.

Y como no puede faltar, Beatrix también tuvo memorables amores en su vida. El primero -y el más trágico- lo mantuvo con su editor, Norman, con quién se prometió a pesar de que sus padres se opusieron al matrimonio. Lamentablemente, unas semanas antes de que ambos se casaron, Norman contrajo una enfermedad mortal y murió.

Rota por el dolor, Beatrix decidió abandonar la casa de sus padres e independizarse, pues a esas alturas ya era una mujer rica cuyos libros se vendían como el pan fresco. Beatrix compró una casa en uno de los distritos donde había pasado sus temporadas vacacionales y allí volvió a enamorarse. Esta vez de un abogado que había sido amigo suyo durante su infancia.

Allí, Beatrix realizó concienzudos estudios sobre la historia natural del lugar y también se convirtió en una ferviente activista en contra de levantar industrias en los paisajes del distrito, muchos de cuyos terrenos compró solo para impedir que las empresas destruyeran el entorno. Hoy en día, aquellos bosques y valles son un patrimonio natural.

Conejos, ranas, ratones, patos, hurones, zorros y gatos son solo algunos de los animales que protagonizan sus historias, conformando un mundo propio con una inmensa riqueza de colores y vitalidad. Su técnica de ilustración es la acuarela, de la que tenía un total dominio.


Sin más, dejo aquí alguna de las ilustraciones que más me gustan de ella...









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